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Un nuevo aniversario del asesinato del primer religioso que pisó suelo angosturense

Dibujo del siglo XVII sobre el asesinato de Mascardi. Murió atravesado por lanzas y flechas.
Historia
Tipografía

Hace 342 años, un 15 de febrero de 1674, era asesinado por un grupo de Puelches Nicolás Mascardi, el primer jesuita que fundó la Misión Nahuelhuapi en la península Huemul. Fue el primer contacto de Poyas y Puelches con la religión católica, una historia llena de sacrificios, tan dramática como desconocida. Su cuerpo está enterrado a orillas del Nahuel Huapi, pero se desconoce el lugar exacto.

Nicolás Mascardi nació en la ciudad de Sarzana (Italia) en el año 1625. Fue astrónomo y matemático. Perteneciente a una familia noble, decide abandonar los beneficios de su situación e ingresa a la Compañía de Jesús. Como sacerdote jesuita su primer destino fueron las misiones del Arauco, desembarcando en Chile hacia 1651, donde termina sus estudios.

Su fuerte personalidad y espíritu de entrega se puso de manifiesto cuando al destinárselo a una cátedra, solicita misionar. Su primera misión fue Buena Esperanza, consiguiendo numerosas conversiones. Años más tarde fue traslado a Chiloé, lugar en el que se desempeñó como rector de la Colegio de la población Castro, participando en la “misión circular o andante”.

Fue allí donde tomó su primer contacto con los indios Poyas, grupo tehuelche de la zona del pacífico, a través de unos cautivos traídos por el capitán Diego Villarroel; luego de cuatro años de intensas gestiones, logra la libertad de los prisioneros.

Rápidamente aprendió su idioma, confeccionó un catecismo confesionario y gramática de su lenguaje para misionarlos. De esta manera comienza a tejer en su mente el proyecto de predicar la fe del otro lado de la cordillera. Así, en 1669 parte desde Chiloé, Chile, en dirección al lago Nahuel Huapi para descubrir y evangelizar la mítica “Ciudad de los Césares”, va acompañado por una princesa Poya llamada Huagelen ("Estrella") que le servía de lenguaraz.

La Misión Nahuelhuapi

En 1670 un inquieto misionero italiano, Nicolás Mascardi, inicia la epopeya de cruzar la cordillera en soledad en busca de la legendaria leyenda de la Patagonia: la fabulosa “Ciudad de los Césares” y, simultáneamente, fundar una nueva Misión jesuítica  a orillas del “gran lago” en comunidad con los Poyas y los Puelches.  La Misión Nahuelhuapi podría ser un claro ejemplo de la literatura patagónica en la que se entremezclan el sacrificio, la perseverancia, la humildad y, finalmente, la tragedia para cada uno de los actores principales.  

Acosados por el hambre y el intenso invierno cordillerano, donde las bajas temperaturas y las fuertes nevadas, se sumaban al peligro de las constantes amenazas de muerte de los Puelches disidentes, sobrellevaron con increíble entereza esta Misión hasta las últimas consecuencias.  

Hombres como Felipe de la Laguna, Juan José Guillelmo, Gaspar López  y Francisco de Elguea, se destacaron por su sencillez, su sensibilidad humana, y la mansedumbre serena de los valientes. Fueron verdaderos apóstoles de la fe cristiana, e irán escribiendo las páginas de esta historia, una a una, manchándolas con su propia sangre.

Lograrán avances notables en la vida de este “nuevo pueblo”: cultivos de trigo, maíz, cebada y papas, la incorporación de los manzanares para modificar su dieta alimenticia, la construcción de una gran Capilla, una casa para los Padres que contaba con una biblioteca de más de trescientos libros, casas para los habitantes permanentes (casi doscientos), galpones y corrales para el ganado vacuno, y hasta la comercialización de tejidos realizados por los propios Poyas cristianos. 

Sin  embargo no se logrará la prosperidad soñada, y las dificultades estarán a la orden del día. Basta sólo el ejemplo de que la Misión fue incendiada intencionalmente en dos oportunidades y que estos misioneros fueron, uno a uno, asesinados salvajemente. Pero aún así, de inmediato otro joven jesuita se ofrecía para trasladarse a esta peligrosa Misión. 

A orillas del lago fundará la reducción de “Nuestra Señora de los Poyas del Nahuel Huapi”. La vida en la misión fue pacífica. Enseñó a los Poyas el catecismo y a rezar, logrando muchas conversiones.

En la misión fue construida una Capilla en la que colocó la imagen de la Virgen, "Nustra Señora de los Poyas", luego denominada "NUestra SEñora de los POyas y los Puelches", para hoy ser llamada "Nuestra Señora del Nahuel Huapi", Patrona de la misión y en cuyo nombre Exequiel Bustillo construyó la catedral de Bariloche. Una vez allí, continuaban sembrando el evangelio sorteando obstáculos que, hasta hoy en día, parecerían insuperables.   

“Nada es azar” profetizó Richard Bach, y basta recordar los hechos divinos que acontecieron -demostrando el reconocimiento a estos misioneros- para darle el valor real que poseen estas tres palabras. Y me refiero a las dos apariciones de la Madre María, hechos injustamente olvidados por nuestra Historia.

La primera vez ante el Padre Felipe de la Laguna, y posteriormente ante el Padre Juan José Guillelmo a orillas del mismo Nahuel Huapi. No olvidemos la llegada de la Imagen de la Virgen de los Poyas y los Puelches quien sería, siglos después, testigo silencioso del martirio de estos hombres. 

El padre Nicolás Mascardi lleva a cabo una misión evangelizadora en el Nahuel Huapi y fue el nexo entre las comunidades POyas y Puelches. Pero su anhelo por difundir la fe no se detuvo en la creación de la misión, y por ello entre 1669 y 1673 realizó varías expediciones por la Patagonia en busca de la “Ciudad de los Césares” extendiendo la evangelización, durante las cuales llegó hasta las proximidades del lago Musters y al estrecho de Magallanes.

Su muerte

En la que sería la última, en las cercanías del paralelo 47 y del Lago Mascardi, tres saetas en el pecho y un golpe certero en la cabeza de boleadoras, pertenecientes a indígenas que "traían las narices agujereadas y en ellas unas chapas de metal", terminan con su vida.

Sus amigos, los poyas, lo entierran y llevan la triste noticia a la misión. Está enterrado a orillas del Nahuel Huapi, pero se desconoce su lugar exacto, aunque sería en la actual Península Huemul donde se encontraba la Misión jesuítica que tenía su propio cementerio junto a una humilde capilla. Cuando después de muchos ños regresan los sacerdotes de la Compañía de Jesús a la misión, los Poyas recordaban los rezos y enseñanzas impartidas por el padre Mascardi.

Yayo de Mendieta

Villa la Angostura