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Tue, Oct

A 5 años de la partida de Héctor "el tano" Galbiati

Sociales
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Llegó en 1965 a Villa la Angostura en una Estanciera conducida nada menos que por Don Jaime de Nevares, quien le ofreció entonces convertirse en párroco de la localidad, algo que su espíritu inquieto y su inquebrantable voluntad de trabajar como Cura Obrero le impidieron aceptar. En el 2010 recibió la Mutisia de Plata. 

Se cumplieron 5 años de la partida del sacerdote Héctor "El Tano" Galbiati quien falleció el 1° de junio del 2011 cuando tenía 84 años. Precisamente en el 2010  fue distinguido por su trayectoria e historia de vida con La Mutisia de Plata que le entregaran por entonces el intendente Ricardo Alonso y el goberandor Jorge Sapag.

Extensa trayectoria

Promediaba el año 1965, cuando tuvo la portunidad de conocer por primera vez este lugar. Había llegado tan sólo tres días antes como misionero a un país que no conocía, a una joven provincia que ni sabía existía y “no había podido encontrar en el mapa”.   Llegó luego de trasponer distancias que parecían interminables transitando por los polvorientos caminos, aunque estas se hacían cortas comparadas con las que lo separaban de su Italia natal.  

De aquellos días guarda entre sus gratos recuerdos el haber atravesado el puente de madera sobre el Río Bonito, a bordo de una legendaria Estanciera, conducida nada más y nada menos que por Don Jaime de Nevares, quien le ofreció entonces convertirse en párroco de la localidad, algo que su espíritu inquieto y su inquebrantable voluntad de trabajar como Cura Obrero le impidieron aceptar.  

Fue así como haciendo honor al precepto “te ganarás el pan con el sudor de tu frente” trabajó incansablemente como albañil, carpintero y por casi dos décadas como soldador y herrero, haciendo un doble trabajo que siempre lo llenó de orgullo el de trabajar para “transformar” y el de enseñar para promover el crecimiento y el desarrollo de las personas.

Defensor de los trabajadores y humildes  

Su coherencia intelectual buscando instaurar la “Dimensión política de la Fe”, a través de la Teología de la Liberación, más de una vez lo llevó a enfrentamientos intelectuales con sus pares y en muchos casos a ubicarse en posiciones de absoluto riesgo, como durante la Dictadura, cuando debió abandonar el país, luego de arriesgar el pellejo y convertirse en un blanco móvil por su cercanía con trabajadores y grupos de jóvenes.  

Siempre llevó adelante su misión en silencio, como considera que debe ser. Sin necesidad de figurar, presumir o hacer gala de sus acciones solidarias: “Que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha”.  

Más de una generación de jóvenes angosturenses recuerdan alguna anécdota que lo vincula  y recuerdan el desfile de grupos de jóvenes de barrio de todo Neuquén a los cuales les ofreció la posibilidad de conocer los paisajes de su provincia que de otro modo no hubiesen podido alcanzar.  

Su mayor convencimiento es que “la solidaridad no tiene fronteras” quizá el argumento que justificó su misión y su vida a miles de kilómetros de su tierra.   Su trayectoria en el plano social y de transformación comunitaria lo ubica en un plano de trascendencia que supera las fronteras de lo local, provincial y nacional.