Los sueños de Primo Capraro no dejan de sorprender, al cumplirse un siglo de sus crónicas, de aquella visión que tuvo sobre la prosperidad que podría tener la región del Nahuel Huapi.
Corría junio del 1920 y Primo Modesto Capraro, aquel buscador de oro llegado desde Italia al comenzar el siglo por invitación de su amigo Federico Baratta, se había convertido en pocos años en el empresario más importante de la región del Nahuel Huapi. (Leer: "Se cumplen 117 años del primer vecino "con papeles" en Villa la Angostura")
Su aserradero en Bariloche, y el que tuvo anteriormente en el paraje Correntoso (Villa la Angostura) en el lote Pastoril nº 8, abastecían de la madera con la que su empresa constructora que levantó prácticamente todas las viviendas del naciente pueblo San Carlos (hoy de Bariloche) y de las estancias vecinas, los puentes y las carreteras.
Escribió sobre un puerto "lleno de buques de buen tonelaje en operaciones de carga y descarga. Eran barcos a tracción eléctrica, con acumuladores de cabotaje, carga y pasajeros, que desde los ventisqueros del Tronador del Mascardi y Frías y desde el lago Correntoso transportaban los productos agropecuarios y de las industrias madereras"
Foto: El primer paso comercial de Primo Capraro fue su hostería Doña Rosa, ubicada en la desembocadura del rìo Correntoso, para dar comida y albergue a todos los que a diario hacían su camino entre Osorno y el naciente pueblo de San Carlos.
Pero ya afianzado económicamente un servicio de vapores de su propiedad recorría los lagos Nahuel Huapi, Correntoso y Espejo.
Para el inicio de la dècada del treinta Capraro acumulaba los títulos de Cónsul de Italia, presidente del consejo Municipal, agente de Y.P.F., representante de la West Indian Oil Company, Ford y Fordson, Vacum Oil Company, Cia. de Seguros La Columbia y Banco de Italia y Río de La Plata y corresponsal de los diarios La Nación y de La Patria degli Italiani.
Foto: El vapor Cóndor, llevando provisiones para los pobladores del por entonces "paraje Correntoso", hoy Villa la Angostura.(Archivo Visual Patagónico)
El controvertido personaje intentó escribir sus memorias en una lengua que nunca llegó a dominar. Cuenta cómo una noche soñó con el futuro veía allí: "grandiosos edificios multiplanos", un puerto sobre el lago "lleno de buques de buen tonelaje en operaciones de carga y descarga.
Eran barcos a tracción eléctrica, con acumuladores de cabotaje, carga y pasajeros, que desde los ventisqueros del Tronador del Mascardi y Frías y desde el lago Correntoso transportaban los productos agropecuarios y de las industrias madereras, curtiembres, lavaderos de lanas, fábricas de tricotas y medias, celulosas que venían concentradas en Bariloche para ser enviadas a los centros consumidores de exportación."
Pero la realidad era otra: "la triste realidad es el aislamiento de la Colonia Nahuel Huapi, con su correo cada quince días y gracias, un viaje a lomo de mula a Neuquén o a Roca con tropas de carros."
Foto: El "Camino de la herradura" que unía el paraje Correntoso con el pueblo de San Carlos, estaba intransitable la mayor parte del año, por eso el puerto de San Carlos era el vículo directo -y único- que tenían los antiguos pobladores de esta orilla del Nahuel Huapi. (Archivo Visual Patagónico).
"La realidad era que la misma Capital del Río Negro, poblada desde trescientos años por los hidalgos españoles todavía no había adelantado en ninguna forma y sólo era ligada al resto del país por el océano Atlántico por donde habían venido los españoles mismos."
"Mi sueño reñía demasiado con la realidad, sin embargo yo acariciaba mi visión"- concluyó el empresario cuyas frases quedaron en las Memorias de Capraro transcritas por el ingeniero Emilio Frey.
Foto: Primo Capraro atendiendo su almacén de Ramos Generales.
Capraro aspiró a convertir a Buenos Aires en "sucursal de Bariloche" gracias a la explotación de la energía hidroeléctrica. Tuvo grandes opositores y aunque en el pueblo circulan aún diversas versiones sobre su vida, lo cierto es que fue el último exponente de una opción de desarrollo que no prosperó.
El 4 de octubre de 1932, don Primo Capraro puso fin a su vida. Fue un día de luto en el pueblo que prácticamente trabajaba para él. La flota Capraro íntegra se concentró a la vista del viejo cementerio de Ñireco, dejando oír sus sirenas durante el entierro.
Yayo de Mendieta
Villa la Angostura