Compartimos el artículo realizado por la historiadora neuquina Vicky Chávez sobre esta docente que dejó una profunda huella en nuestra provincia.
En el marco del día y mes de la Mujer, aunque son todos los días de la vida, hoy homenajeo a otra Maestra Normal Nacional que marcaron caminos inolvidables en la educación del país.Paula Paulina Bustos de Emma –Lina-, Maestra Normal Nacional.
En el Día y el Mes de la Mujer vamos a recordar la labor de abnegadas mujeres que desde su silenciosa tarea han engrandecido la educación valletana. Una de ellas es Paulina, una puntana arribada a estas tierras de la Norpatagonia en el siglo XX. Estos recuerdos fueron escritos de su puño y letra.
Nació en Saladillo un pequeño pueblo de San Luis, hija de Juana Sarandón, ama de casa, y de Lorenzo Bustos, empleado público. Se recibió de Maestra Normal Nacional en la escuela de Maestros Paula Domínguez de Bazán. “Recién recibida, recorrí pequeñas, lejanas y desoladas comunidades de escuelas del campo puntano, siempre aprendiendo”.
Conoció a su esposo, Carlos Eduardo Emma, cuando realizaba una suplencia al reemplazar a la Sra. Mercedes Zampano de Emma, en la Escuela Unipersonal Rural, en la localidad de Tilisarao. Se casaron en 1961; cuando había nacido su hija Lucía sintieron el derrumbe de la seguridad laboral: debieron buscar nuevos horizontes.
“Fue entonces que aparece Neuquén como una oportunidad en nuestras vidas. Neuquén, la hermosa, la sureña infanta, nuestra segunda Patria Chica. Década de 1960… Cruzando paisajes, acampamos en montañas sureñas desde sierras puntanas.” Se trasladaron al norte neuquino, a Buta Ranquil, en 1962: se asentaron en una escuela rancho en las chacras del mencionado lugar. Maestros de niños y de adultos a jornada completa, metidos en el seno de la comunidad, recibían bienes en abundancia, aprendieron de la sencillez y transparencia de la gente de campo, de su sabiduría y la caridad enraizadas en lo ancestral. Compartir el pan, que era compartirlo todo, acompañarse y disfrutar de los momentos buenos y de los no gratos también.
“Nuestros 7 hijos vivieron su infancia en ese campo abierto, con un patio inmenso que cruzaba la vieja Ruta 40 y se extendía hasta las laderas del imponente Volcán Tromen, bebieron los primeros aires de su vida en contacto con la sabia naturaleza. Estepa y viento, montaña y río, el Volcán Tromen que inspiró en esas heladas noches de invierno, entre lluvias y nevadas, aquella zamba simple, tierna.
Un homenaje al regalo de Dios de ese trozo de Patria y que aún cantan emocionados hijos, nietos y bisnietos:
Partiendo desde Barrancas
se divisa Buta-Có
Como una estampa florida,
montaña y río,
cielo y verdor.
Al pie del nevado Tromen
se encuentra Buta Ranquil,
donde alamedas y cerros
tiñen las vegas y el cielo añil.
Rincón del norte, tierra Neuquina
Pedacito de esperanza de nuestra amada Argentina”. Zamba cuyos versos escribió Paula, con música a cargo de su esposo.
Cuando falleció su suegro estuvieron por volver a San Luis, pero no lo hicieron. Debido a la enfermedad de su esposo pidieron el traslado a un pueblo con centro de salud más completo. Y es así que arribaron a Vista Alegre Sur, a la escuela 123, donde estuvieron entre 1972 y 1977; luego a Neuquén capital, a la escuela 67 del Barrio Mariano Moreno, donde adquirieron su primera y única casa, en Tronador 21, lugar en el que suelen haber reuniones familiares. Y volvieron a ser padres, pues se sumaron a la familia dos sobrinos amados por esa pareja que sembró mucho camino, a pesar del pronto fallecimiento de su esposo.
“Fuimos protagonistas en el impulso y creación de la Dirección de Educación de Adultos de la Provincia del Neuquén, junto a otros colegas muy prestigiosos y comprometidos. A pesar de tanto tiempo y actividades recorridas, mi esposo falleció muy joven, a sus 56 años, en 1992 y su recuerdo permanece vivo en las localidades donde trabajamos y vivimos. Mi esencia de mujer, madre y maestra buscó siempre un espacio para escribir, no físico quizás. Hoy, transitando esta última pandemia, me siento más segura. Guardo la esperanza en el tiempo que me queda y en la sabiduría que ostentamos los adultos mayores, por el solo hecho de apilar años y experiencias, de dejar para mis hijas e hijos, nietos, nietas, bisnietas y bisnietos, un suave raconto de mi vida junto al compañero, mi Gran Amor, la familia, el trabajo. La vida. Que así sea”.
Sentidas palabras de una Maestra Normal Nacional que, a pesar del largo camino recorrido, aún sabe valorar las cosas simples de la vida.
Beatriz Carolina Chávez