Se trató de un ambicioso proyecto que pretendía ser una provincia independiente, con una ciudad como capital construida a orillas del Limay. Se hicieron muchos estudios y tenía el respaldo del Ministro Ramos Mejía. Escribe Yayo de Mendieta.
Dentro de los diversos temas que desarrolló el geólogo Bailey Willis entre 1911 y 1914 en nuestra región, uno en especial afectaba a la actual Villa la Angostura, nada menos que la creación de una nueva provincia: “La Suiza de América del Sud” que incluía a parte del territorio del sur neuquino.
Fue el por entonces Ministro Ezequiel Ramos Mejía quien estaba convencido de los beneficios y el futuro de este proyecto, pero resultó ser demasiado adelantado para su tiempo, pues no era nada sencillo hacer comprender a sus compañeros políticos del Gobierno nacional sobre grandes obras en sitios tan lejanos, en áreas tan desoladas, tan lejos de los intereses comunes a la ciudad capital de Buenos Aires.
Esta sería una nueva provincia que abarcaría desde Junín de los Andes hasta la Colonia 16 de Octubre, en Esquel. Según su propio razonamiento la superficie incluida en el proyecto era de unos treinta y tres mil kilómetros cuadrados y podía albergar una población estimada en tres millones de personas.
Suiza resultaba ser un punto coincidente, si se comparan sus altas cumbres montañosas, sus valles cerrados entre mesetas y caudalosos ríos, que bajando de las montañas nevadas o naciendo de enormes lagos regaban la tierra virgen aún, de la mano del hombre. Suiza tiene además veintiocho mil kilómetros cuadrados y cuatro millones de habitantes, lo cuál demuestra que el razonamiento era por demás correcto.
Foto: En 1908 ya funcionaba el primer molino harinero y se planificaba exportar a Chile y, vía el Limay, a las actuales provincias de Neuquén y Río Negro. Posan para el fotógrafo Hermann Haneck junto a su ayudante en el interior del establecimiento. (Archivo Visual Patagónico).
Basando la actividad diaria en la ganadería, la agricultura, la forestación y un último punto de extrema audacia: la industria. Esta “ciudad industrial“, cabecera del proyecto, utilizaría el enorme caudal de agua disponible, al construirse una gran represa para utilizar la energía con la cual abastecería a esta gran ciudad industrial. De igual manera, el transporte y la venta de esta importante fuente, surgía como una actividad más de ingresos para esta nueva provincia de “La Suiza de América del Sud”.
Para poder llevar adelante esta obra de avanzada, el geólogo americano y su equipo debían investigar y diseñar, en primer lugar el sitio exacto de emplazamiento de la futura ciudad, y en segundo lugar - debido a la distancia: 1600 km de Buenos Aires - planificar las rutas y caminos, así como el tendido de la red ferroviaria.
Dentro de las obras que incluía la creación de esta nueva provincia estaba llevar el ferrocarril hasta el Nahuel Huapi, y desde allí realizar la comunicación con Chile a través de la línea del Trasandino. En los planos primarios se observa una traza que coincide, en partes, con el antiguo “sendero de la herradura”, pasando por la actual zona urbana de Villa la Angostura Angostura, para posteriormente cruzar la Cordillera hasta Osorno.
Foto: El tren debía llegar hasta Bariloche, y luego continuar bordeando el Nahuel Huapi hasta Villa la Angostura y cruzar la cordillera para llegar finalmente a Osorno, Chile. (Archivo Visual Patagónico)
Bailey Willis tenía antecedentes sobre una obra similar, pues en su juventud había sido testigo de la construcción de una línea del Ferrocarril Northern Pacific que cubría una amplia zona del territorio americano sin explotar y con vastas posibilidades de desarrollo y crecimiento.
El cálculo que cerraría la concreción del proyecto sería el resultado del volumen de energía hidráulica con la cual podría contarse. Este proyecto, obsesionaría al americano, y dejaría ,al marcharse a principios de 1915 -su contrató caducó el 31 de diciembre de 1914 al no estar más en funciones Ramos Mejía- a Estados Unidos, a un lugareño empecinado en llevar a la realidad tal visionaria obra: Primo Modesto Capraro.
Su experiencia en la problemática de los Estados Unidos en lo que a Colonias se refiere, le daba autoridad para poder aplicar conceptos evitando la gran cantidad de situaciones que desembocaban en pésimos resultados. Los asentamientos fortuitos, sumado a las colonias de capitalistas sin una diagramación general del proyecto en sí, había finalizado con graves pérdidas económicas y el deterioro de la calidad de vida de aquellos colonos que habían apostado al trabajo de la tierra como método de vida.
La Comisión de Límites había planeado un estudio previo, con planos realizados al detalle de la zona del Nahuel Huapi, pero restaba ensamblar este trabajo con los informes y la planificación pensada para la gran Ciudad Industrial. No sería nada fácil convencer a los burócratas del gobierno central, de derivar fondos hacia tierras tan lejanas y desconocidas.
Pese a la presión de los pobladores del naciente pueblo San Carlos de Bariloche (fundado sólo nueve años atrás) Bailey Willis ubicó el sitio de la capital de esta nueva provincia a unos diez kilómetros de la naciente del río Limay, donde se ubicaría el futuro lago Limay.
Llegó inclusive a planificar el desarrollo de la propia ciudad en el sitio exacto, trazando las calles de la ciudad, previendo un gran hotel (bautizado como “El Chacabuco”) sobre la costa artificial Lago Limay. La ciudad se dividía en distintas zonas bien definidas, con un área para el desarrollo industrial, otra para el barrio de los obreros y otra para la construcción de viviendas con amplias zonas verdes.
También se preveían dieciséis hectáreas para la construcción de “La Universidad Industrial y de Bellas Artes”. Un hecho extraño, era no haber previsto la construcción de una iglesia en ninguno de sus planos de anteproyectos, aunque esto encontraría explicación en que el geólogo norteamericano no practicaba el catolicismo.
Sin duda, todo estaba meticulosamente previsto para llevar adelante con éxito el proyecto de la nueva y progresista provincia “La Suiza de América del Sud”.
Pero la inestabilidad política -que ya es una triste tradición en la historia de la República Argentina- sumado a la falta de apoyo a proyectos concretos para un crecimiento a largo plazo, hizo lo suyo...., y esta magnífica iniciativa pasó a ser otro más de los tantos sueños que quedaron inconclusos a orillas del Nahuel Huapi.
Yayo de Mendieta
Villa la Angostura