La historia de este almacén de ramos generales no sólo se encuentra en los objetos que se acumulan en el interior, sino también en el valor simbólico de su estructura ya que fue, y será, la primera construcción de ladrillos de la antigua capital neuquina.
A pocos metros de la renovada costanera de Chos Malal, el antiguo almacén de ramos generales se encuentra enclavado en la esquina de las calles Sarmiento y Belgrano, frente al municipio local.
El patio de la casa se conserva con aquellas dimensiones y está decorado con elementos propios de la época. Su vegetación, tal vez, sea el testimonio viviente de tantos años de historia.
La construcción de la Casa fue entre los años 1894 y 1903, y los materiales utilizados se compraron a la compañía importadora de John Wright con sede en Buenos Aires. El cemento era traído desde Inglaterra. Actualmente, en la Casa aún se conservan las pequeñas cajas en las que llegaba el preciado material.
Emblema histórico – cultural de la Provincia del Neuquén, La ciudad de Chos Malal fue la capital del territorio hasta 1904, cuando la llegada del ferrocarril, símbolo del progreso, hizo que la sede de las autoridades provinciales se mude a la confluencia de los ríos Neuquén y Limay.
La Casa Dewey aún guarda en su interior valiosos objetos de aquellos años, cuando la ciudad se transformó en el centro comercial de toda la región, desde su fundación en 1887 por el coronel Manuel José Olascoaga. Desde la localidad se controlaban los arreos de ganados entre ambos lados de la gran cordillera de los Andes. La trashumancia, propia de la región, hizo que Chos Malal se convierta en el centro geográfico de la Fiesta Nacional del Chivito, la Danza y la Canción.
Al almacén de Don Enrique Dewey se le colocó una iluminación interior de lámparas de carburo. La atracción, por aquellos años, era tal, que los habitantes de Chos Malal se quedaban en la vereda de la Casa mirando las luces, como uno de los espectáculos más peculiares de la ciudad.
Una vez finalizada la construcción, don Enrique Dewey traslada el negocio de ramos generales a la nueva y flamante construcción que funcionó hasta 1934. Desde entonces, y hasta entrado el siglo XXI, por casi 70 años, el almacén de ramos generales se mantuvo cerrado al público, lo que posibilitó que los objetos se mantuvieran intactos hasta la actualidad.
Al ingresar, como en el túnel del tiempo, los visitantes pueden apreciar mercadería, revistas de moda, catálogos, vajillas, latas donde se almacenaban las galletitas, damajuanas, almanaques, patentes de automóviles (tal vez las primeras de la región), elementos para la elaboración de manteca, hornos, un lavarropas muy particular de aquellos años, y hasta una antigua radio, que al encenderla, son las voces del presente que aún suenan como las de aquellos años.