Fue un 22 de mayo, pero hace 59 años, cuando un fuerte terremoto sacudió a Bariloche, vecinos y vecinas lo registraron en sus memorias como el día en el que el lago “se secó” y luego avanzó violentamente sobre el muelle de la vecina ciudad.
El terremoto de 1960 tuvo su epicentro en Valdivia, Chile, y alcanzó una magnitud de 9,5. Fue el más intenso de los registrados en la historia. En Bariloche se sintió con intensidad, pero el episodio final fue el lagomoto, en el que el Nahuel Huapi se retiró unos metros para luego volver con toda su fuerza en una ola de cinco metros de altura.
“El Club Náutico de Bariloche tenía cuatro veleros, y todos los años en esta época, yo también participaba, los sacábamos del agua para rasquetearlos y prepararlos para la temporada de primavera, entonces estaban todos allá, en el muelle.
Yo no fui en ese momento porque tenía unas visitas de Buenos Aires, pero igualmente cuando se produjo el terremoto fui corriendo para allá”, recordó Hugo Jung, vecino de esta ciudad.
Dos fallecidos
Andrés Kempel y Julio “Lulo” Frattini fueron las dos víctimas fatales de esa jornada de 22 de mayo de 1960: “Kempel estaba con el bote realizando maniobras para mover los barcos y todas esas cosas. Su compañero estaba arriba de la lancha ‘La Cristina’ haciéndole unos retoques, porque su dueño así lo había pedido".
"Cuando el agua empezó a hervir, por así decirlo, Kempel salió remando y pasó a levantar a uno de sus compañeros y lo llevó a tierra. Lulo lo llamó para que lo rescatará, Kempel fue a buscarlo, y cuando Lulo se subió al bote vino la ola y se los llevó. Lo triste fue que la familia de Frattini lo estaba esperando para hacer un paseo. Esa fue la mayor de las tragedias”.
Foto: Modesta Victoria, lancha Cruz del Sur y restos del muelle después del lagomoto. (Fuente: Archivo Visual Patagónico)
El puerto estaba construido en madera y fue destrozado por la fuerza del agua, que ingresó más de 100 metros. “Cuando se supo de la desaparición de Frattini empezamos a buscarlo, por la dirección de los vientos hacia el lado del Ñireco. Pero en la búsqueda se encontraron asientos de la “Sayhueque” (embarcación que se hundió) por el kilómetro 1. Así que después su cuerpo apareció, un mes después, cerca de la isla Huemul” señaló Jung, sobre el final de su relato.
Otra vecina de esta ciudad, Inés, recuerda que ese día era “muy parecido al de hoy (por el miércoles), soleado, pero sin tanto frío, el lago estaba planchado”. Junto a su marido, esa tarde habían decidido salir a dar una vuelta por la ciudad ya que era domingo y el clima realmente apacible.
“En ese tiempo vivía en una casa en la calle Roque Sáenz Peña, yo me estaba preparando y en ese momento empezó a temblar todo, parecía que se iba a abrir la tierra. Con mi mamá salimos afuera y nos agarrábamos de la mano para sostenernos una con la otra”, relató.
Pasado el temblor, la pareja decidió no suspender su paseo: “fuimos a sacarnos una foto al Centro Cívico e íbamos a ir a caminar por el muelle. Pero después dijimos que mejor volvíamos a casa a tomar mate. Si hubiéramos ido ahora no estoy contando la historia”, señaló Inés.
Este episodio, con pocos precedentes en la historia, nos hace tener presente la fuerza de la naturaleza y nos recuerda la importancia de conocer los riesgos y atender a las señales que nos da el entorno.(El Cordillerano)