Don José Luis Quinteros formó parte del equipo encargado de traer las recordadas embarcaciones Flecha del Plata y Don Luis, así como algunos catamaranes que surcaron las aguas del Nahuel Huapi.
En dialogó con El Cordillerano y contó cómo eran las travesías de traer barcos por tierra. A mediados de los años 70 José Luis Quinteros, oriundo de Buenos Aires, trabajaba en la empresa Romano, Pioneros del Sur SA, lugar en el que se desempeñó desde su juventud manejando grúas y camiones que transportaban barcos y otras maquinarias de gran envergadura.
Allí pasó gran parte de su vida y se jubiló cumpliendo tareas en las oficinas de la empresa.
Por estos días, ya cercano a los 90 años y lejano a esos viajes en los que atravesó distintas inclemencias realizando traslados a ciudades de la Patagonia, visitó Bariloche junto a su hija y su esposa: “ahora estuvimos con mi señora cumpliendo 64 años de casados y mi hija en Bariloche, y fue la primera vez que recorrí la ciudad. Antes cuando fuimos con el Don Luis y el Flecha del Plata descargábamos y regresábamos a Buenos Aires. Ahora realmente lo disfruté, la verdad que está muy lindo. Cuando nosotros llegábamos a Bariloche era muy distinto”, contó en diálogo con este medio.
De esta manera, se refirió a los viajes en los que trabajó para traer aquellas emblemáticas embarcaciones a nuestra ciudad: “para esos años parecía una cosa imposible, pero se cargó acá en El Tigre y se llevó hasta San Carlos de Bariloche cruzando puentes, bajadas, subidas, se hicieron unas estructuras especiales para poderlo cargar y transportarlo con teflón para que no se dañara el casco. Tuvimos bastantes problemas pero llegamos bien”, señaló.
“Salimos de El Tigre y seguimos por el desierto, por La Pampa, pasamos por Cinco Saltos por donde está la represa y después hacia Piedra del Águila. El peor trayecto fue de Buenos Aires hasta Neuquén. Antes de llegar nos agarró una nevada, tuvimos que parar y ponerle al carretón cadenas para poder seguir. Nos acompañaba un camión 1114 con cocineros, un coche remolque para poder comer, dormir y descansar y seguir al otro día, así que estábamos más o menos equipados. Cuando llegaba la nieve había que parar y esperar”.
Foto: Don José Luis Quinteros y su señora durante su visita a Villa la Angostura.
En los traslados, eran un equipo que más o menos rondaba las 22 personas que se desempeñaban en distintas áreas para llevar adelante un óptimo viaje. “Viajábamos mucho, éramos bastante gitanos. A veces eran transportes de tres o cuatro meses sin volver a la casa, pero había que hacerlo y se hizo. En ese entonces, Bariloche tenía su puerto de entrada chiquito y lo llevamos hacia el lago. La gente pensaba ‘¿pero cómo un barco que llega por tierra?’ y se juntaba un montón de personas a recibir los barcos”, indicó.
Un Bariloche distinto
Por ese entonces, en Bariloche el turismo crecía y se apostaba, a diferencia de ahora, a enriquecer las ofertas de embarcaciones que surcarán las aguas del Nahuel. Justamente, la nostalgia que provocó la suerte que corrieron los barcos en cuyo traslado participó José Luis, como el Don Luis, hundido en la isla Gallina, el Coracero, y el Flecha del Plata, un barco de 150 toneladas que se hundió hace unas semanas tras permanecer cinco años amarrada a orillas de la isla Victoria, fue el motivo de esta nota.
Foto: El traslado del "Don Luis" cuando lo llevaban hasta el Nahuel Huapi.
“Una lástima que se hundieron. En aquel entonces eran una maravilla. También llevamos tres o cuatro catamaranes de San Fernando a Bariloche, pero no eran tan grandes como el Flecha del Plata. Con los catamaranes el viaje era mucho más rápido. Y en ese momento era todo ripio, cuando estábamos en el desierto nos seguían los guanacos, ahora no vi nada de eso” señaló al respecto.(El Cordillerano)