José Luis y Manuel Barbagelata llegaron a estas tierras incentivados por la distribución de parcelas en la Colonia Agrícola-Pastoril Nahuel Huapi. Hipólito Barbagelata, 7º hijo varón de Manuel Barbagelata, fue apadrinado por el Presidente de la Nación, Hipólito Irigoyen.
El febrero de 1903 llegaron a estas tierras patagónicas don José Luis y Manuel Barbagelata, provenientes de la localidad de Navarro, provincia de Buenos Aires, incentivados por la distribución de tierras a través del plan del gobierno nacional por la creación de la Colonia Pastoril Nahuel Huapi.
Realizaron la inscripción acreditándoseles dos lotes pastoriles, uno lo que hoy es “Santa María”, el otro sobre la playa casi llegando al río Huemul, asumiendo el compromiso de realizar mejoras en inversiones en un período de tiempo, a cambio del otorgamiento definitivo de las tierras, mediante la escritura correspondiente.
Aquellos primeros tiempos
Así en 1903 don José Luis Barbagelata (ex–estudiante de bioquímica) comenzó con los trabajos de construcción de una vivienda, corrales, establos, y cercos para el desarrollo de su tarea en el criado de animales, como ovejas, vacas y chivos, además de su actividad agropecuaria.
La siembra de cebada, trigo y avena, además de la típica huerta familiar, fueron sus primeras actividades, a la cual se sumó la explotación maderera.Los troncos se transportaban por medio de una balsa, único medio utilizado a diario por los pobladores hasta el naciente pueblo de “San Carlos”, hoy "de Bariloche". Más tarde llegó Antonio Tierno quien compró un lote contiguo al de los Barbagelata y acompañó a sus tíos en esta "aventura" iniciada en una tierra inhóspita y solitaria.
La construcción, aún existente, se caracteriza por el antiguo método “palo a pique”, que supone la colocación de los troncos, uno junto al otro, enterrados de punta y que fuera el método utilizado a principios del siglo pasado.El paso obligado del camino “Paso Coihue” hasta “Correntoso” y su penoso recorrido de extremo a extremo, facilitaba la detención de los viajeros para recuperar fuerzas y gozar de un merecido descanso.
Ahijado del Presidente de la Nación
En 1918 la familia Barbagelata fue el comentario de la zona, cuando el 30 de junio es bautizado el 7° hijo varón (fueron en total nueve hermanos) del matrimonio compuesto por don Manuel Barbagelata y Angela Canónico. El padrino resultó nada menos que el por entonces Presidente de la Nación, don Hipólito Irigoyen.
Bajo el título: “Un bautismo presidencial en la Patagonia” el diario porteño “La Razón” hizo mención al acto donde el pequeño niño (Hipólito Barbagelata, quien había nacido el 9 de noviembre de 1916) recibía tal distinción (según costumbres de la época).
El artículo mencionaba ”en la margen norte del lago Nahuel Huapi, acaba de ser bautizado el séptimo hijo varón del colono don Manuel Barbagelata, a cuyo niño apadrinó el presidente de la República, doctor Hipólito Irigoyen, representándolo en la ceremonia el comisario de Policía de la localidad, don Julio E. Avila, siendo madrina la esposa del ingeniero argentino don Emilio Frey: Rosa Schumacher de Frey”.
Finalmente agregaba como relevante:”...lo más hermoso del hecho es que los siete hijos del señor Barbagelata han nacido en el Territorio del Neuquen. No basta, por eso, a nuestro juicio, con el honorífico padrinazgo del primer magistrado; algo más debiera hacerse en obsequio de los habitantes que, como el colono nombrado, sirven de ese modo a la patria”.
"La vida antes era muy dura"
Entrevistado por quien esto escribe, don Hipólito Barbagelata muestra orgulloso su medalla de oro que refiere: “El Presidente de la República Hipólito Irigoyen a su ahijado Hipólito Barbagelata”; y recuerda: “...la vida de antes era muy dura, mi padre falleció muy joven (1925) y mi madre se tuvo que hacer cargo de nosotros nueve, sólo con la ayuda de mi hermano mayor que tenía 23 años por entonces.(...) Cuando íbamos a comprar al almacén de Primo Capraro en el Correntoso, que atendía su señora, le llamábamos a los gritos desde este lado del río para que nos cruzara el bote, y allí llenábamos las alforjas del caballo con comestibles, bueno, se llenaban si llevábamos dinero suficiente [agrega sonriente].
Continúa "el viaje a caballo, se acompañaba con otro caballo “a tiro”, nos llevaba todo el día. (...) Antes los vecinos hermanos muy unidos, como si fuéramos una gran familia, no existía médico, ni luz, ni nada, y teníamos que ayudarnos entre nosotros.(...) Mis abuelos están enterrados en este mismo lote, antes se estilaba este sistema, los lotes recién pudieron ser escriturados en 1911 [se refiere a dos lotes pastoriles de 625 hectáreas cada uno que adquirieron los hermanos Barbagelata al llegar en 1903].Con extraordinaria vitalidad, sigue realizando el cuidado de sus animales y disfruta de tantas anécdotas de épocas pasadas, en su cálida casa junto a la ruta (antiguo “sendero de la herradura”), y con vista al lago Nahuel Huapi.
En 1922 se terminó la casa que se usó como hostería - “Hostería Santa María“ - ubicada en la margen de la actual Ruta n° 231 Km. 32. Al mismo tiempo funcionaba una pequeña escuela rural, donde la única maestra (proveniente de Buenos Aires) tenía hospedaje en la propia escuela.
El 8 de enero de 1994 la Administración de Parques Nacionales realiza un merecido homenaje a esta construcción al firmar un Decreto que: “...declara a la “Hostería Santa María, ubicada en el Lote Pastoril n° 39, y a la Hostería “Las Flores”, ubicada esta en el Lote Pastoril n° 26, ambas como de interés histórico-cultural del Parque Nacional Nahuel Huapi”.
En 1929 fallece José Luis Barbagelata, quedan los niños mayores (uno de 18 y el otro de tan sólo 13 años) junto a su madre en la difícil tarea de mantener el hogar.Antes de su fallecimiento, José Luis Barbagelata había concretado un negocio por entrega de madera con Primo Capraro; la familia se hizo cargo del compromiso y cumplió con lo pactado. El lugar comenzó a ser frecuentado por visitantes asiduos, por lo cual en 1930 se amplió la hostería; doña Barbagelata (Micaela Lavallén) preparaba dulces caseros, hacía el pan, además de atender a sus seis hijos varones. También funcionó, en el lugar, un surtidor de combustible.
Yayo de Mendieta
Villa la Angostura
Fuente: "Una aldea de montaña" del mismo autor