Falleció a los 14 años de un paro cardíaco. Participó en más de 40 intervenciones. Una historia llena de amor y adrenalina. Galería de fotos.
Cuando Juan Manuel recibió el regalo estalló de alegría y ternura. Fue amor a primera vista. Lo miró, lo tomó en sus brazos, lo acarició y durante 14 años lo tuvo bien cerca suyo.
“Me lo dieron cuando tenía unos pocos meses. Era hermoso y estaba lleno de energía”, cuenta Juan Manuel de la Rosa, rescatista e integrante del área de Coordinación de Lucha Contra Incendios Forestales perteneciente a Parques Nacionales.
Allá por el año 2002 le obsequiaron a Pucho, un bello cachorro Labrador color negro. “Lo empecé a adiestrar de a poco para que pueda buscar personas principalmente en avalanchas”, cuenta el propietario del perro que falleció este jueves tras un paro cardíaco. Tenía 14 años.
Durante toda su vida, “Puchito”, como le decían muchos, realizó casi 50 intervenciones, rastreando gente perdida en grandes áreas y en sustanciales avalanchas. Siempre al lado de Juan Manuel, su guía y, por supuesto, su compañero de vida.
El canino realizó rescates en diversos cerros de la región. Integró el grupo de búsqueda de personas de Parques Nacionales y también colaboró en muchas ocasiones para la Comisión de Auxilio (CAX) del Club Andino Bariloche (CAB). En varias oportunidades, además, participó del equipo de patrullas del cerro Catedral.
Pucho salvó muchas vidas. Su principal tarea siempre fue encontrar personas y también descartar sectores de búsqueda facilitando de esta manera el trabajo de los rescatistas.
“Fue el primer perro en contar con certificaciones oficiales para poder desarrollar su tarea”, subraya Juan Manuel, aún muy golpeado por la reciente muerte de su canino amigo. “Trabajó bien y se encargó de formar a otros perros. Los resultados que obtuvo a lo largo de los años fueron excelentes. Generaba confianza en todos”, agrega.
“Vivió su vida a pleno, al 400%. Siempre estuvo estimulado y motivado para encontrar personas, porque a cambio de su labor recibía mucho afecto. Para él, rescatar gente era un entretenido juego”, señala De la Rosa, esforzándose para que sus palabras salgan de su boca sin llorar.
Pucho fue un integrante más de la familia de Juan Manuel, compuesta por su esposa Amanda y sus hijos Joaquín y Leire. El canino marcó a fuego importantes momentos de sus vidas.
“Cuando mi pareja quedó embarazada no hizo falta realizar un test, porque Pucho a su modo nos avisó. Siempre durmió tirado en el piso, al lado de la cama, sobre mi lado, y una noche decidió cambiarse de lugar y empezó a pasar la noche en el sector de mi mujer. La quería cuidar y quizás también nos estaba avisando que nuestro hijo estaba en camino”, cuenta Juan Manuel, con la voz resquebrajada y triste. “Era muy perceptivo y sensible”, recuerda.
“A Joaquín le enseñó a caminar. Le ponía el lomo para que el nene se agarrara de él e iba avanzando despacito”, cuenta. Ayer Pucho esperó que Juan Manuel llegara a su casa. Luego de diez minutos, se tiró en el suelo a su lado y se fue: murió de un ataque cardíaco. “Fue un momento durísimo, pero me queda la tranquilidad y el consuelo de que no sufrió y vivió feliz”, confía el rescatista.
De la Rosa decidió enterrar a su compañero en el terreno de la vivienda, debajo de una de las ventanas. “Va a estar siempre cerca mío”, asegura. (Nicolas Malpede/ANB)