La temida parasitosis intestinal puede causar graves problemas de salud en los cahorros, de ahí que sea necesario tomar medidas cuanto antes para su desparasitación.
Muchas veces es la propia madre la que le transmite los parásitos intestinales al cachorro, ya sea cuando este estaba aún en el útero materno, ya sea durante la lactancia.
Otras veces, los ha adquirido por la ingestión de pulgas (como el Dipylidium caninum) o se ha infectado por el contacto con otros animales. Estos gusanos pueden alterar el correcto crecimiento del cachorro, provocando, además problemas en los tejidos. Los casos más graves, incluso, pueden acabar con la vida del cachorro.
Los parásitos pueden ser de varios tipos:
- Gusanos redondos o lombrices. Son los más habituales entre las crías. Los más comunes son Toxocara, Trichuris y Ancylostoma.
- Gusanos planos. Los más conocidos son la Tenia y el Dipylidium caninum.
¿Cuáles son los síntomas de la parasitosis intestinal?
Las evidencias más claras de que nuestro cachorro tiene parasitosis intestinal son la diarrea intestinal (líquidas, o con mucosidad y sangre) y los vómitos. También suelen aparecer síntomas de desnutrición, anorexia, vientre abultado, anemia, picor anal, pérdida de brío y vitalidad, pelo sin brillo y quebradizo...
Según el parásito, puede provocar también neumonía y problemas respiratorios o nerviosos, ya que algunas larvas se mueven por el organismo del animal, afectando a otros órganos.
Son muy difíciles de localizar; los síntomas aparecen cuando la parasitosis está ya muy avanzada. Por ello, si creemos que nuestro animal de compañía tiene parásitos debemos acudir inmediatamente al veterinario para su desparasitación. Este recomendará la ingesta de pastillas, jarabes o pastas.
Cuando alcance el año de edad, es importante que nos acostumbremos a llevarlo al veterinario cada tres meses para que este valore su estado de salud y lo desparasite.
¿Qué medidas podemos seguir para prevenir su aparición?
El mejor modo de evitar el contagio es extremar las medidas de higiene, ya que, además del perro, nosotros también podemos infectarnos. Por ello, es importante que tomemos una serie de medidas para evitar que los gusanos se trasmitan a los niños, que son los más expuestos y también los más vulnerables.
- Retirar las heces del animal y limpiar bien la zona después.
- Evitar tocar el ano del cachorro.
- Lavarse bien las manos cuando hayamos cogido o tocado al pequeño. Muchas larvas se localizan en la piel del animal; de ahí que sea importante lavarse las manos cada vez que lo acariciemos.(Mundoanimalia.com)